La Memoria: Amnesias y otros trastornos

La Memoria | Psicología Cognitiva

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“Me falla la memoria”, “estoy perdiendo memoria”, “tengo muy mala memoria” …, expresiones como éstas las oímos a diario.

¿Realmente son tan frecuentes los trastornos de la memoria?

La memoria consiste, fundamentalmente, en la capacidad de conservar lo vivido o aprendido en el pasado, de modo que, posteriormente, pueda ser recordado. A la capacidad para “fijar” o “archivar” lo vivido o aprendido recientemente se la denomina memoria de fijación, y a la encargada de traer al presente lo fijado hace mucho tiempo, memoria de evocación. En ocasiones puede estar disminuido un tipo de memoria sin que lo esté otra.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que todos albergamos en nuestra memoria más de lo que podemos recordar. Durante toda nuestra vida vamos asimilando experiencias y conocimientos que, posteriormente, no conseguiremos evocar, pero que permanecen en nosotros constituyendo lo que se denomina la memoria experiencial, la cual influye de forma importante a la hora, por ejemplo, de actuar en un determinado sentido. Toda esa serie de experiencias que vamos acumulando constituyen una fuente de conocimientos que se aloja en los estratos profundos de la personalidad. Por ejemplo, una persona que lea mucho no recordará más que una pequeña porción de lo leído, pero asimilará conocimientos más abstractos, que irán configurando su propia formación cultural, lo que es muy distinto de la información precisa y puntual propia de los ordenadores.

Relación de la Memoria con la Capacidad de Concentración

Muchas personas que dicen tener problemas de memoria tienen en realidad disminuida su capacidad de concentración. Al no poder concentrarse en lo que están haciendo o estudiando les resulta imposible recordarlo después. La disminución de la capacidad de concentración es un síntoma frecuente de numerosos cuadros psicopatológicos, como la depresión, la esquizofrenia, el estrés y, en general, de todos los síndromes que se caracterizan por una cierta ansiedad. En otros casos se trata de personas que están más o menos acostumbradas a pensar en otra cosa distinta de lo que están haciendo y que suelen tener fama de “despistadas”.

Cuando se trata, verdaderamente de una pérdida o disminución de la memoria, hablamos de amnesia. Cuando la pérdida de memoria afecta solamente a uno o más períodos cortos de tiempo, recordando en cambio, perfectamente, todo lo que ocurrió antes y después (como si tuviésemos “lagunas” en la memoria), hablamos de amnesia lacunar o amnesia localizada.

Si la dificultad radica en recordar hechos recientes, hablamos de amnesia de fijación; y si, por el contrario, se recuerda lo que ha sucedido hace poco tiempo, pero resulta imposible acordarse de lo que ocurrió hace mucho, lo denominamos amnesia de evocación. Ambos tipos se pueden padecer de forma simultánea, pero no siempre sucede así. Entre los ancianos y en las personas que padecen una demencia orgánica es frecuente que exista una amnesia de fijación, mientras que se conserva la memoria de evocación; es decir, no recuerdan los sucesos más recientes, pero pueden acordarse de acontecimientos vividos hace mucho tiempo, como los infantiles, constituyendo el síndrome de Ribot.

Otros trastornos de la memoria sin pérdida de la misma: Hiperamnesia y Paramnesias

No todos los trastornos de la memoria consisten en una pérdida de la misma; a veces se pueden producir fenómenos de signo opuesto, como la hiperamnesia, o exagerada facilidad para recordar, fenómeno infrecuente, pero que puede ocurrir durante las fases de hipertímicas de las depresiones maniacodepresivas. Otras veces se trata de paramnesias, es decir, trastornos cualitativos de la memoria. En estos casos, la memoria falla porque tenemos la sensación de recordar algo que nunca hemos visto (fenómeno del ya visto) o, por el contrario, tenemos la sensación de no haber visto nunca algo perfectamente conocido por nosotros (fenómeno del nunca visto).