Muchas personas que dicen tener problemas de memoria tienen en realidad disminuida su capacidad de concentración. Al no poder concentrarse en lo que están haciendo o estudiando les resulta imposible recordarlo después. La disminución de la capacidad de concentración es un síntoma frecuente de numerosos cuadros psicopatológicos, como la depresión, la esquizofrenia, el estrés y, en general, de todos los síndromes que se caracterizan por una cierta ansiedad. En otros casos se trata de personas que están más o menos acostumbradas a pensar en otra cosa distinta de lo que están haciendo y que suelen tener fama de “despistadas”.
Cuando se trata, verdaderamente de una pérdida o disminución de la memoria, hablamos de amnesia. Cuando la pérdida de memoria afecta solamente a uno o más períodos cortos de tiempo, recordando en cambio, perfectamente, todo lo que ocurrió antes y después (como si tuviésemos “lagunas” en la memoria), hablamos de amnesia lacunar o amnesia localizada.
Si la dificultad radica en recordar hechos recientes, hablamos de amnesia de fijación; y si, por el contrario, se recuerda lo que ha sucedido hace poco tiempo, pero resulta imposible acordarse de lo que ocurrió hace mucho, lo denominamos amnesia de evocación. Ambos tipos se pueden padecer de forma simultánea, pero no siempre sucede así. Entre los ancianos y en las personas que padecen una demencia orgánica es frecuente que exista una amnesia de fijación, mientras que se conserva la memoria de evocación; es decir, no recuerdan los sucesos más recientes, pero pueden acordarse de acontecimientos vividos hace mucho tiempo, como los infantiles, constituyendo el síndrome de Ribot.