El comportamiento ya no sería un mero conjunto de interacciones estímulo-respuesta, sino una disposición individual frente a determinados estímulos que provocan unas peculiares respuestas según la persona. Ya no se estudiaría tan sólo un comportamiento, sino a un sujeto que se comporta de determinada manera.
Al llegar a este punto, es necesario definir conceptos tales como:
- Individuo: Sujeto indivisible, elemento unitario dentro de su especie.
- Persona: Ser inteligente, pensante.
- Personalidad: Conjunto de cualidades psicofísicas que distinguen a un ser de otro.
- El hombre como individuo: Considerado como tal, el ser humano es un complejo organismo vivo con una funciones motoras, sensitivas y vegetativas.
- El hombre como persona: Se debe sumar a lo anterior la psique (conciencia, intelecto o capacidad de raciocinio), que es lo que lo diferencia del resto de los seres vivos. Un perro es un individuo dentro de su especie (mamíferos cánidos), pero no es una persona.
Ya el dualismo cartesiano afirmaba que el hombre consta de una parte corporal, física, y otra cognitiva, psíquica. Y filosóficamente se dice que “el hombre es el único animal que tiene conciencia de ser un animal con conciencia”. El animal irracional siente, pero no es consciente de ello.
Sin conciencia racional, la conducta humana sería automática y no existiría posibilidad de progreso. Si observamos la conducta de algunos animales, como las abejas o las hormigas, nos llama la atención cómo unos seres, aparentemente tan simples, poseen una organización social casi tan compleja como la humana. Sin embargo, esa conducta se viene repitiendo, de generación en generación, desde hace miles de años sin progreso ni cambio alguno, precisamente porque no tienen conciencia de ella, y no actúan sino por instinto. Sin conciencia no hay improvisación ni innovación alguna.