Investigadores británicos del University College de Londres nos han revelado que la repetición y la escalada de mentiras reducen la sensibilidad de la amígdala del cerebro, y este comportamiento repetitivo al que están acostumbrados los políticos, les anima a mentir más en el futuro.
Los investigadores británicos realizaron imágenes de resonancia funcional en el cerebro de 55 personas y participaron en una tarea potencialmente engañosa en la que debían estimar la cantidad de monedas en un frasco transparente. Sin duda, cuando la gente miente para beneficiarse, la amígdala se activa, pero con cada mentira, la respuesta de la amígdala a la mentira disminuye, mientras que el tamaño de la mentira aumenta. La explicación que dieron es que la amígdala produce sentimientos negativos, lo que limita el grado en el que estamos dispuestos a mentir, pero a medida que aumenta el número de veces que mentimos, esta respuesta se debilita gradualmente, y cuanto más disminuye esta actividad, el grado de mentira es más grande.